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30 de octubre de 2010

Esas que sobran y no importan. Esas: son



Otras yerbas

- Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el Marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra majestad es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.

- Yo sé quién soy –respondió don Quijote- y sé qué puedo ser, no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia (°), y aún todos los nueve de la Fama (*), pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, capítulo V


I.

Crecieron al principio como yuyos
Rondándome los pies. Después fueron hierbas
Y sahumaron mesiánicas.
Culturales. Sociales. Hermanas en soledad.

Cuando aprendí a estar solo
Me acompañaron las palabras
Acechándome en realidades. Me levantaron
Acelerando el giro.

Supe descansar en movimiento
Me lancé a zurcir
Palabra con palabra. Imagen por imagen.
Fugando de la esterilidad.

Ahora sé quién soy. Se quién puedo ser.
Son mis yerbas las que definen
Cada hora. Caminan encolumnadas
Respetan químicas orgánicas.

Lo demás son otras yerbas:
Estoy solo en medio de ellas
Añorando mi soledad.
Porque aún reconozco mis labios.

(La conciencia va más arriba de las narices
Todavía puedo abrir los ojos
Mis manos asen con fuerza tierna
Y curo el resfrío de la imaginación)

Las leyes y las culpas. Esas:
Son otras yerbas.


II.

Y tuve un nombre. Lo pronunciaban
A mi paso y aprendí a silabear.
Compartí/ Fui compartido. Amé
Sin saberlo y fui amado.

Después reconocí a mi parejera
La otra mitad que alumbró miradas
Soportó el ancla/ Convocó mis hijos:
La que releyó originales.

Yo continué tamborileando
Midiendo y escandiendo: Era mi rebaño
Pastoreaba día y noche
Almohadas/ Mesas de bar/ Altares.

Detrás venía la prosa confundida
Embrollándome / Mezclando todo:
Se movía en ella densidad ajena
Otras yerbas/ En verdad impuras.

Porque sólo el verso era curado
Y magnífico: una daga azul
Atravesando cortinados
Y ensartando primicias en palabras.

Por entonces un bosque fue mi mundo
Poblado de nidos/ Nacimientos.
Aunque sólo en el nosotros
Logré subir para avistarme.

Lectores y editores. Esas:
Son otras yerbas.


III.

Rigor y coherencia: ¡Arduo afán!
Caminar por la viña de los altos
Expone a cerrazones y dolor:
El éxito no sirve. Ni alimenta mundos.

Antes bien los quita poco a poco
Enmudece la piel y ciega
Y araña viento sur y llueve
Bajo los toldos y en las manos.

Llegan los naufragios. Son menores
Lentos como alfileres. Parciales.
Hoy se renuncia a cocinar
Animalitos con arroces. Mañana

Serán ardores/ Entregas/ Conquista
De aromas extranjeros. Corceles
Dibujando el horizonte.
Naufragios al fin. También parciales.

Y la memoria: esa subversiva
Que socializa placeres
Y condena el peor de los temores.
Esa es la yerba en flor. Encapullada.

Pero lo que va en carros ajenos
Lo robado. O marchanteado
Injusto. Siempre injusto:
Esos botines/ Son otras yerbas.

IV.

Pablo y yo. Pablo y nosotros
Caminantes de fe almenada
Vamos a derramarnos hoy
Mañana. No importa cuándo.

Como libaciones sagradas
Agotándonos. Raspando cuencos
Y conciencias. A sabiendas
De lo que somos y seremos.

No importa cuándo. Cada cual
Su cuchitril aterido/ Estrecho
Con sus hoyos. Su resbaladera
Su palabra última. Su alarido.

Aunque se está solo al final
Enroscado en mí mismo
Escupiendo para arriba/ Cacheteando
Mi carne fatalmente adormilada.

Lo que no se alcanzó entonces
Y en la lista quedó sin tachaduras
Esas cosas imposibles (prohibidas)
Esas: son otras yerbas.


V.

Evoé. Gigante cascarón
De tolerante oreja. Paraíso
Para inaudibles y profetas.
Bocina restada al olimpo

De estos dioses. Los de abajo:
Mercachifles de internet
Y propagadores de asepsia:

Filosofía de piel al sol
Seducción pública y pillaje.

Y los que corren a ambos lados
De toda frontera. En hileras
Trabajadores que no pisan
La franja amarilla. Hormigas

Negras afeitadas de sonrisas
Y genioles y aguas vivas. Donceles
Condenados de cuna y por vida
Si es que la vida alcanza

Para todos dijo Malthus-Thomas-Sir
A comienzos del diecinueve
Y encadenó pared con opiniones
Marcó senda al asesino

A sueldo. Cuando era postrimería
De los conquistadores
Y eran convenientes las reservas de gas
Y de moral por almorzar

Durante veinte siglos.
Evoé. Ñenque. Eureka. Lupus
De la lengua sometida:
Hormigas como esclavos

Devoran la yerba. Y caen
Mis lágrimas sobre la hierba
Como huevos de coleóptero
Son palabras huecas:

El futuro envasado en cajitas
De la felicidad. El cepillo
Pendiente del cuello. La pastilla
Cada ocho horas y en ayunas.

Sinfonía de los despertadores
El prado colmado de chatarra
Vuelcos del corazón de madrugada
Me despiertan a martillazos.

Lo que quedó sin consumir
Y lo que consumí sin querer
Eso: son otras yerbas
Drogas del encandilado.

VI.

¡Arre!
La medida. El vector ideal. Escuadra
Que encierra y ordena lenguaje
Imágenes/ Estrofas y pausas
Con ritmos de la creación.

Aquí llegamos. Íbamos con ímpetu
De mar amarronado. Náufrago yo
Y mi entorno a la zaga del madero.
Limpias las caries/ Bragadura fría

Y corazón en andas de la mente
(Monarca que disipa cerrazones):
Llegamos. Y al tocar paisaje
Mudamos a flecha/ A celo urgente

Nos vestimos escultores del barro
Yo inventé una corte de amigos
Para nacerme vestido/ Y reír
Porque era escuchado. Merendado.

¡Arre!
Ellos me arrastraron hasta la orilla.
Insistieron con la reanimación
De enciclopedias. Pero estaba echada
La suerte. Y me hundí en la arena.

Entonces fue cuando todo lo de pie
Transcurrió el drenaje de otras yerbas
Las verdaderas hierbas alcanzaron
Talla de árboles. Y nació el incendio.


(°) Los doce Pares fueron caballeros escogidos por los reyes de Francia, a quienes llamaron Pares por ser todos iguales en valor, en calidad y en valentía.
(*) Los nueve de la Fama fueron tres judíos: Josué, David y Judas Macabeo; tres gentiles: Alejandro, Héctor y Julio César, y tres cristianos: el rey Artús, Carlomagno y Godofredo de Buillón.

(c) Carlos Enrique Cartolano. De A ojo y de oídas, 2010-2011 

29 de octubre de 2010

Nunca más oportuno





QUISIERA QUE ME RECUERDEN      

Quisiera que me recuerden
sin llorar ni lamentarse,
quisiera que me recuerden
por haber hecho caminos,
por haber marcado un rumbo,
porque emocioné su alma,
porque se sintieron queridos,
protegidos y ayudados,
porque nunca los dejé solos,
porque interpreté sus ansias,
porque canalicé su amor.

Quisiera que me recuerden
junto a la risa de los felices,
la seguridad de los justos,
el sufrimiento de los humildes.

Quisiera que me recuerden
con piedad por mis errores,
con comprensión por mis debilidades
con cariño por mis virtudes.

Si no es así, prefiero el olvido,
que será el más duro castigo,
por no cumplir con mi deber de hombre.


En: “Joaquín Areta. Siempre tu palabra cerca”, Libros de la talita dorada / Colección Los detectives salvajes, 2010

Joaquín Areta fue un poeta, secuestrado y trágicamente desaparecido en La Plata durante la última dictadura. Este poema recuerda también la lectura que de él hizo Néstor Kirchner y que algunos canales de TV pusieron al aire hoy viernes 29 de octubre de 2010.

Tomado por nosotros de la acertada publicación que también hoy hizo el poeta JOSÉ MARÍA PALLAORO, en su inefable AROMITO (http://aromitorevista.blogspot.com)

9 de octubre de 2010

El 12 de octubre no se trabaja. ¿Por qué?


Del Sur



No era un fantasma quien surgió entre la niebla, sino Fuegia Basket oscura como la noche en su vestido azul con estrellas muertas. Detrás el teniente y luego York Minster, Jemmy Button y un par de sirvientes con menores privilegios que los tres niños de los mares del sur. Volvían de palacio, por eso la niña llevaba el vestido azul que le había obsequiado Adelaida. Es que la reina insistió. Fuegia, que lloraba, se amparó en la oscuridad para no ser vista y dejó pasar adelante a Fitz Roy. Entonces, el mayor de los yaguanes, que el navegante bautizara como York, atenazó a la niña por la cintura y reclamó propiedad a cambio de consuelo.

La pareja se propuso despojar a Jemmy de sus regalos y de las preferencias. Vueltos a la isla de los fuegos, terminaron con la misión anglicana, y empujaron al tercero excluido al bandidaje y condena en falklands.


(c) Carlos Enrique Cartolano
De Hormiguitas operarias, 2010-2011