El cepillo
Él sonríe cuando el cepillo de ella, que antes recorrió el saco, se empeña en restarle pelusas al pantalón. Sus ojos de él atraviesan paredes; parado en su día, repasa la víspera y proyecta. Ella la arrodillada, muda, lívida, entre fronteras, sirve. No ve.
Pavana
Ha seleccionado la partitura y se sienta en el sillón, el atril por delante, empuñando la flauta oscura y brillante, con destellos de plata. Brota Ravel no sólo del instrumento, sino de todo plano que se le resista, inundando la atmósfera. Al fondo del estar, junto a una pila de libros cuyo orden alguien suspendió, comienza a crecer el ataúd de la infanta sobre dos bases con destellos de plata, negro el sudario, la madera brillante.
Insomnio
En el ladrido-llanto del perro lejano escucho la gruesa enumeración de faltas de las que (sin duda) será posible acusarme. Una vez más, trato de dormir.
(c) Carlos Enrique Cartolano. De Hormiguitas operarias, 2010-2011
2 comentarios:
Los tres relatos atrapan, se puede viajar por las tres dimensiones descriptas y visualizar las escenas, desentrañar lo oculto.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario!
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