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10 de junio de 2011

Cuatro poemas




por Joaquín O Giannuzzi

La promesa

En la cocina la eterna esposa joven
descuartiza la gallina y absorta
descubre en un hueco de la carcasa
un racimo de pálidos huevecillos
como el fracaso y el crimen de una promesa.
La noche se aproxima a la ventana
en busca de su comida. Pero ella piensa
cuánta riqueza puede morir
con una vida, carcomer su futuro.
Se inclina soñando
hacia un posible fuego que fermentará
el solar destino de su vientre
y el futuro del próximo semen conyugal
después de la cena y la televisión de cada día.


La jirafa

La distancia entre el corazón y la cabeza
es la más larga entre todas las especies.
Esto origina un enorme
trabajo cardíaco hacia arriba
para una justa nutrición del cerebro.
Cuando inclina hacia la tierra el cuello
aquel podría estallar por inundación
si no fuera por una sucesión
de válvulas arteriales que regulan
delicadamente la marcha de la sangre.
Tal es la esclusa interior
que determina el éxito
del tensado equilibrio
en la ondulante masa corporal.

El dentista

El dentista es fanático de Mozart.
En  el consultorio, la música en la casetera
es un universo continuo a la sordina.
El terror es desmentido con esa dignidad.
Simpatiza con sus pálidos pacientes
y mientras prepara aguja y jeringa
acompaña y confirma los acordes
con un silbido enamorado y creador:
él también compone su Mozart.
La anestesia acorrala el dolor
hasta la entraña del hueso
y cuando arranca la muela muerta, la música
parece oscurecer en un caos.
Pero el gusto a sangre en la boca
despide la podredumbre
y el oído se entrega
a la finalidad de un auténtico destino.

Dramaturgia de los objetos

Apacibles, en su reino seráfico, estables
en su crédulo corazón. Así,
esta mesa domina el arte
de persistir en su sitio. La inercia
es el compromiso de la materia. No obstante,
no parecen ajenos a nuestra conciencia.
Su silencio ejemplar mide la inocencia
pero a veces, en medio de la noche,
crujen y gimen por sus tendones más débiles
buscando su reposo natural.
De este modo, revelando sus pesadillas
su oscura dramaturgia nos recuerda
la responsabilidad humana
de no haber creado sino cosas mortales.


de Apuestas en lo oscuro, 2000.


Joaquín O Giannuzzi. Nació en 1924 en Buenos Aires y murió en 2004 en la provincia de Salta. Su obra ejerció una gran influencia en poetas de las generaciones posteriores. Comenzó estudios de ingeniería pero los abandonó para estudiar periodismo. Escribió desde noticias policiales hasta críticas literarias en los diarios Crítica, Crónica, Clarín y La Nación. En 1958 publicó Nuestros días mortales y ganó el premio de la Sociedad Argentina de Escritores. En 1962 empezó a colaborar con la revista Sur que dirigía Victoria Ocampo. Por esa época publicó Contemporáneo del mundo. En 1967, Las condiciones de la época y en 1977, Señales de una causa personal. En 1980 apareció Principios de incertidumbre; en 1984, Violín obligado y en 1991, Cabeza final. Su último libro,¿Hay alguien ahí?, se publicó poco antes de su fallecimiento en enero de 2004. Giannuzzi ganó los premios Municipal y Nacional de Poesía. Fue un hombre de vida austera y ejercía un suave humor negro. La alusión al entorno social y cotidiano, la muerte, la incertidumbre, fueron frecuentados por su poesía tersa y de sorpresivos remates. El crítico Mario Sampaolesi escribió: Abrirse a la obra de Joaquín Giannuzzi es, de alguna forma, exponerse a la constatación de que la poesía - esa escritura de la incertidumbre pero también de la intensidad, esa escritura del no saber, del desconocimiento, esa escritura que habla también de su contrario - puede convertirse en una experiencia concreta. Todo en la poesía de Giannuzzi, impulsa hacia el mundo real; un mundo sólido, compacto, por momentos opresivo; un mundo donde el sentimiento dramático de la vida adquiere consistencia; un mundo en el cual los objetos revelan - al ser reconocidos en su completa dimensión de objeto - la propiedad central de su desnudez, de su despojamiento, de su precariedad. Así escribía: Sobre el pasto declinante / un grillo se arrastró hasta mi sombra / y se detuvo, perplejo, / ante una amenaza de disolución. / Después se aplastó, buscando / su propia tumba / y sintió cómo el mundo se enfriaba. / Así fue el comienzo / de la verdad de un año que no amé. © Wikipedia.com.

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