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11 de junio de 2011

Dos poemas



por Jorge Calvetti

La basura

Yo saco la basura a la calle
envuelta con papel y cuidado.
Quedan allí mezcladas, las sobras de la vida,
cáscaras del tiempo y recortes del alma.
Las dejo en la vereda con tristeza
porque son restos de fruta, de comida,
y de literatura
con las cuales
uno jugó a vivir, o se creyó existente.
Y también porque, acaso sin nosotros saberlo,
alguien nos haya envuelto
con papeles de cielo, con nubes de cuidado
y estamos a la orilla del universo
y nadie nos despide.
Yo saco la basura, la dejo en la vereda,
y le digo: Adiós.

de Imágenes y conversaciones, 1966


Habla un soldado de la conquista
 
Vine porque me pagaban 
y yo quería comprar espadas y mujeres. 
Vine porque me hablaron de montañas resplandecientes 
como un atardecer en el mar 
y con el oro con que me iba a vestir cuando volviera. 
Pero sólo encontré flechas envenenadas, 
humedad y mosquitos. 
Conocí el terror, noches sigilosas, 
indios vestidos con su belleza siniestra, 
la fuerza de una tierra que nos doblegó 
como la sed a los animales, 
y la móvil mortaja de la selva. 
A bordo alguien habló de "honor". 
A bordo 
hablaban y rezaban con lentas manos sobre libros de oro. 
Con esas manos se ayudaron el grito y la desesperación; 
con esas manos escarbaron la tierra que nos iba a cubrir. 
Alguien habló de "historia" y de "futuro"; 
yo sólo pienso en lo que perdí. 
Creo que todo es igual, 
las mentiras que nos dijeron y las verdades que encontramos. 
Siempre habrá tontos que vivirán de palabras, 
y siempre el mundo mezclará en la misma indiferencia 
la vida, que en el olvido crece, 
la gloria, que se arrastra, 
y la codicia laboriosa de la muerte.

de Obra Poética –Antología-, 1997

Jorge Calvetti.(c)  El susurro del siempre amor, por Alfredo Guilarte: Florecían los durazneros bajo el cielo de Maimará aquel 4 de agosto de 1916. Tierna promesa de primavera, dulce pronóstico de un tiempo de poemas brotando del manantial de un alma cristalina. Su infancia y adolescencia transcurrió allá, en Buenos Aires. Llegaba siempre a Jujuy, su tierra, y desgranaba su ternura silvestre, profunda, en el verdor maimareño, su cuna, su invocación de siempre, desnudando su orgullosa estirpe. Siembra fecunda, la de este labriego. Canto formidable, el de este trovador. Susurro del siempre amor, en el pecho. Pluma vigorosa, audaz, desentrañando misterios ancestrales. Su palabra, cincel acerado esculpiendo memorias a destajo. Navegante de las brumas, creador de universos, autor de cuentos para no apagarse jamás, para no morir después de la muerte. Ser roca en las cumbres bebiéndose todos los vientos. Ser río caudaloso nacido de las nieves, allá, donde la cordillera serpentea a las espaldas de la América joven. Ser paisaje, árbol, cardón majestuoso. Ser manos niñas, jugando a la felicidad sencilla de todos los días, remontando sueños y fantasías, como traviesos barriletes. Ser libro y ser plegaria, en la quietud de la soledad concebida como íntima, leal compañera. Esa soledad que no hiere, no destruye, y que desafía al tenaz galope de las ideas, cual briosos corceles, piafando al despuntar el alba, hambrientos de campos y senderos. Jorge Calvetti. El maestro en esas cosas que se aprenden y embellecen un poco más allá de las aulas, desde la propia conducta, desde la propia palabra que se enciende con la luminosidad de un cirio ante el altar. Nada más simple. Nada más hermoso. Nada más aleccionador para los espíritus ansiosos de calma y serenidad. Jorge Calvetti se ha dormido, justo cuando el sol emergía soberbio desde el horizonte. Quizá habrá buscado con la mirada, la última estrella de la noche para confesarle su secreta nostalgia por este Jujuy que nutría su sangre, acunado tibiamente en sus desvelos. Hoy, el hombre dormido es Poema. Su nombre es brisa y eco de aquellas voces bravías que de tanto luchar y crear, fueron sembrando historias pequeñas y maravillosas a lo largo de los tiempos. Historias donde el dolor sólo sirve para hacer del hombre, más Hombre.  Frente a la quietud de la pluma augusta, se impone el silencio reverencial ante tanta entrega, ante tanto amor, ante tanta docencia. ¡Bendita sea tanta siembra, y benditos sus frutos! DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS (1916-2002) Nació en Maimará, provincia de Jujuy, Argentina, en 1916. Vivió la literatura argentina de casi todo el siglo. Entre sus amigos se contaron Roberto Arlt, Alfonsina Storni y Carlos Mastronardi (de quien fue su albacea), Jorge Luis Borges y Xul Solar, entre muchísimos otros.  En 1955 fundó el grupo Tarja, de Jujuy, y la revista del mismo nombre cuya dirección compartió con los escritores Mario Busignani, Andrés Fidalgo, Néstor Groppa y el artista Medardo Pantoja. Formó parte de numerosas instituciones culturales de nuestro país. Fue miembro de la Academia Argentina de Letras durante nueve años, e integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E.). Durante 30 años se desempeñó en el diario La Prensa, y fue colaborador de innumerables revistas. Libros publicados: Poesía, entre otros: Fundación en el cielo, 1944; Libro de homenaje, 1957; Imágenes y conversaciones, 1966; La Juana Figueroa, 1968; Solo de muerte, 1976; Memoria terrestre, (antología), 1983; Poemas conjeturales, 1992 ; Obra Poética –Antología-, Colección Poetas Argentinos Contemporáneos, Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 1997.  Narrativa: Alabanza del Norte, 1944; El miedo inmortal, 1966; Escrito en la tierra , 1993.

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