Ignoraba que no importaba explicarse que yo sólo
Suspiraba: ponía carne y palabras a bogar ardores.
Que ya de nada servían mis juramentos promesas
Al oído quedos lenguajes de la tarde. Y yo no sabía
Que mis discursos corrían como arroyitos mudos
Raquíticos hilos de agua los que agonizan yertos
Sobre luz negra. Yo pensé que me leían. No era
Ágrafo este amor y que estas jornadas de dicha
Vivirían eternamente encuadernadas. Pero ahora
Sé que mi amor es sólo momentos: vida. No más.
© Carlos Enrique Cartolano. De Leyes, 2012
No hay comentarios.:
Publicar un comentario