anduve
kilómetros de sed con grises
y
concluí: metrónomos no alcanzan
corazón/
no hay tiempo
más
acá o allá del esqueleto/ ni calma
la
ansiedad un índice cuando esté
boyando
entre lecturas
se trata de
sintonizar
una palabra: la precisa/ esa
que
revuelva todo cálculo o cualquier plan
al
hombre medio/asumir
propio
poeta menor/ lo dijo borges
reconocerse
el laberinto personal/ esa rosca
única:
el tornillo llamado con mi cifra
e
incluirse así en la fragua
cuando el
instante
de
gelman juan encuentre el cuerpo
(llanura
de él y no la mía)/ ambas entidades
se
derroten y sin ruido*/ porque de ida o vuelta
sólo
un pasillo separa muros de ciudad y gehena
y
es allí donde los cuernos suenan
*
en de atrásalante en su porfía, “Por
qué no”
©
Carlos Enrique Cartolano. Las dos formas
del sueño que soñamos, 2017
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