Comprendimos
que lo que funda el poema
no
es la realidad, sino su contrario: la sensación
de
irrealidad que acosa al poeta
Rafael Felipe Oteriño, Una conversación infinita, 2016
es
así: hoy no tengo perro ni claraboya/ no dejo huellas
piso
el acero de multitudes sordas y me visten sayos
de
otra comparsa/ sólo el amor devuelve memoria
transparencia
digo: útiles para caminos y tormenta
intenté
el regreso/ delirios e inconsciencia/ saltos de pez
mi
palabra en la pura función de traducir agonías/ lo real
es
espasmódico y el otro lado sorprende / pauta infancias
o
vejez: no llego aún o es tarde ya/ dicen los vademécums
me
interesan medioevos: concentrar allí el recuerdo/ notar
con
el tacto al extremo de lengua y uñas/ la nariz se hunde
y
el sabor despierta/ oír diré: tu voz insinúa raíz y epílogo
cuando
la ternura reinó/ y yo vacié de belleza los pezones
©
Carlos Enrique Cartolano. Las dos formas
del sueño que soñamos, 2017
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